Prólogo de «La Leyenda Verde» – (Antonio Rdguez. y J.Fco.Escudero)
Escrito por Coach Plaza en 7 junio, 2017

La Leyenda Verde (Antonio Rdguez. y J.Fco.Escudero)
Coca-Cola, Picasso o Windows… estas son algunas de las cientos de palabras que a buen seguro no requieren nada más para entenderlas. Al decirlas todos las relacionamos con una época, con un espacio o con un significado muy concreto.
Pocas palabras en el ámbito del baloncesto serian más definitivas que la de “Boston” (sin tan siquiera añadir “Celtics”). Sus dos sílabas, al decirlas, transmiten un claro color de verde campiña irlandesa, transmiten un profundo respeto por la tradición, transmiten en definitiva, buen gusto y grandes dosis de talento.
Es evidente que como todos, entre estos iconos que tenemos en la mente, habrá excepciones, lagunas y malos tiempos que hayan salpicado mi apreciación anterior, pero en definitiva, incluso sus más acérrimos rivales e incluso los profanos en la materia, están muy cerca de esa aseveración.
En España nadie puede negar que, a pesar de introducirse el baloncesto por Cataluña (de la mano del soriano Padre Eusebio Millán), lo que hizo de este, el segundo deporte más visto y practicado del país a día de hoy, fueron los partidos del Real Madrid en blanco y negro que retransmitía por entonces la única cadena estatal, allá por los años 70. Sus Copas de Europa, sus Torneos de Navidad y su progresiva competitividad con Barcelona y Joventut, nos engancho a millones de personas.
De igual modo, los Celtics, marcaron la senda del profesionalismo, del espectáculo… el de la NBA. El trébol que les identifica ya desprende por si solo, naturalidad y respeto por el trabajo bien hecho. Su ciudad, aún teniendo deportes de alto nivel, es conocida mundialmente por su equipo. No recuerdo, lugar alguno –seguro que lo hay- que en pleno centro puedas sentarte físicamente, junto al busto (a tamaño natural) del que fuera su entrenador… y presidente Red Auerbach. No es de extrañar pues, que a pocos kilómetros de allí (Springfield), se encuentre el “Salón de la Fama”, lugar donde se rinde tributo a todos aquellos que han ayudado a consolidar este deporte a nivel mundial.
Pasad, entrad y zambulliros en este mar de páginas y sensaciones que son los Celtics. Notad como cruje su parquet antiguo bajo vuestros pies, lanzad unos tiros de vértigo con Larry Bird que os den la victoria en el último segundo del partido y oled el puro más característico que se ha dado nunca en una pista de baloncesto.
Joan Plaza Durán
(Entrenador de Baloncesto del Real Madrid)
Antonio, tras oír tu mensaje, te envío una de las anécdotas que viví con ellos en mi primer viaje para absorber detalles del baloncesto que se vivía al otro lado del charco… por si te sirve.
Era a finales de los años 80, cuando junte unos pocos “duros” (por aquel entonces no había Euros..), para ir ha ver baloncesto universitario y profesional. Como me moviera, que comiera o donde durmiera…era lo de menos. Me fui a New York sin reserva alguna, esperando encontrar un albergue o YMCA donde poder alojarme. Así lo hice. Me parecía haber encontrado el “chollo” del siglo al ver anunciado en la 43th Street y la 8ª Avenida una habitación a 10$ en el Hotel América. Me las prometía muy felices. Llegué a la habitación y vi que habían dos literas en lugar de una sola cama…pero no iba ha ser quisquilloso. Mi sonrisa de oreja a oreja se torno en miedo, cuando alrededor de las 12h. de la noche alguien abrió la puerta de mi habitación y entraban en ella un grupo de “Homeless” (mendigos) a quienes mi temor engrandecía y embrutecía por segundos. Unos se acostaron en las camas vacías y otros se hicieron hueco… en el suelo. La sorpresa me hizo coger impulsiva y entupidamente el pequeño petate de ropa contra mi pecho para… protegerme?. Me dispuse a intentar dormir un poco…cuestión que apenas logré. Al día siguiente averigüé que el hotel tenía un convenio con el ayuntamiento por el cual, aquellos “vagabundos” que se presentaran en el hotel a partir de media noche, podían ocupar las camas que estuvieran vacías en ese momento. Fue una curiosa forma de pasar mi primera noche en USA.
Un par de días después y tras hospedarme en el Vandervilt YMCA unas calles más arriba, encontré la fórmula más económica para ir a Boston…la línea de autobuses Greyhound, clásica de las películas. Boston me pareció más europea a primer golpe de vista y su cielo gris algo más británico que N.York. Sin perder tiempo y tras encontrar otro YMCA cerca de la estación de autobuses, me dirigí hacia el edificio donde los Boston Celtics tenían sus oficinas (pensándolo ahora, menuda estupidez!). Una vez allí y con un inglés paupérrimo y un cierto temblor en las piernas, le pedí a la recepcionista que regentaba la entrada:
– I will see the trainer. Is possible? – Mi estructura, siendo incorrecta, era lo de menos. Lo peor es que a quien yo quería ver es al “Coach” K.C.Jones y no al trainer, pero mis limitaciones lingüísticas me engañaron. Tras esperar unos 10 minutos, apareció en la sala de espera una persona joven, bajita y… blanca. Y me dijo que quería de él. Yo, que esperaba a una persona mayor, de alrededor de 2m. y negra, me quedé de piedra. Mi inglés empeoró por momentos y tardamos más de lo deseado en desentramar mi error. Las risas entre Ed Lacerte (que era como se llamaba el “trainer”) y la recepcionista, sonaron por todo el edificio, pero me permitieron crear una complicidad con él, que dura aún a día de hoy y al mismo tiempo, me facilito convivir en primera línea los entrenamientos de los Celtics en el Hellenic College a las afueras de Boston durante 5 dias.
Conocí al Coach Jones, al quinteto mágico de los Dennis Johnson, Danny Ainge, Robert Parish, Kevin McHale y Larry Bird. Fueron estos dos últimos quienes fueron extrañamente más sociables conmigo e incluso fuimos a comer con McHale y Ed (que me hacia de cicerone). Vi métodos de trabajo, de recuperación y de organización que se escapaban a mis conocimientos, y que años después ya fueron habituales en España. No olvidaré tampoco la cara del trainer cuando me acompaño por primera vez al YMCA. Uno de los últimos días, apareció un señor mayor hacia el final del entreno, que hizo parar prácticamente toda actividad. Era Red Auerbach, una (sino la mayor) de las instituciones de la franquicia en toda su historia. Un aura rodeaba a esa persona y a pesar de no haberle visto nunca sobre un parquet, su presencia rezumaba historia por todos sus poros. Conmigo fue simplemente amable y me invito (él creía que no lo iba a lograr) a visitarlos de nuevo con mi pequeño equipo de infantiles. Yo le tomé la palabra y tras grandes esfuerzos, sorteos, festivales y chantajes, logramos cruzar el charco de nuevo con mi equipo, jugar unos partidos amistosos y visitar los entrenamientos de nuevo de los Boston Celtics…ya con Jimmy Rodgers en el banquillo. Fue toda una experiencia para mis jugadores y ayudantes, y especialmente para mí.
Albert Esteve On 7 agosto, 2017 at 10:50
M,encanta aquesta anècdota . És la persecució d,un somni des de ben aviat . Un somni que s,ha fet veritat , ser entrenador de basquet professional . Una abraçada
Coach Plaza On 16 agosto, 2017 at 2:02
Gracies Albert. Poques vegades la gent sap que hi ha al darrera d’alguns sacrificis i tot i que ara sembla divertit, en aquell moment, volia que em tragues la terra. Algun dia hauria de plantejar-me d’escriure totes les vicisituts viscudes, però també tu tindràs mil i una anecdotes per explicar que no poden quedar a l’anonimat. Cuida’t molt amic meu!
Coach Plaza