Hoy voy a explicar un secreto…, cuando debo hacer cualquier tipo de escrito, en forma de reflexión, prefiero soltar todas las palabras sobre el papel, que de buenas a primeras, hagan referencia a ese tema o persona en cuestión, para luego, ser capaz de hilvanar conceptos hasta finalmente dotar de algún sentido a la totalidad del texto.
Si pienso en Paul Shirley, muchas son las palabras que me vienen a la cabeza y, honestamente, después de hacer esta tormenta de letras, me doy cuenta que poquísimas veces utilizaría muchas de ellas, para definir a otros jugadores americanos e incluso europeos o españoles, que haya entrenado antes.
Joventut, franqueza, singularidad, personalidad, oficio, literatura… e incluso Menorca, entre otras muchas palabras, definirían bastante bien a Paul. Me gustan, no puedo evitarlo, las personas que aportan cosas nuevas, que no se guían por automatismos, ni estereotipos predeterminados que nos encasillan a todos y él, se ajusta a ese perfil.
Debo confesar que Paul, a su llegada a la ACB en España, no cumplía, ya de salida, la idea de jugador USA a la que estábamos acostumbrados por aquí. Blanco pero sin ser de raza tirador; Pivot pero no muy atlético ni sumamente musculado; Americano pero sin apenas haber jugado nunca en la NBA y lejos de ser el jugador franquicia que todos buscan…, y entonces, ¿Qué valor tenía? Él era el tipo de jugador que te aporta esos intangibles fundamentales en todos los conjuntos y que apenas salen en las estadísticas, pero por encima de eso, te equilibraba como equipo, dentro y fuera de la pista. Aún siendo muy disciplinado, él quería saber el porqué de las cosas y desde mi posición de Entrenador Ayudante, podía percibir si lo que hacíamos como equipo, le convencía o no. Tampoco dudaba en sugerir nuevas variantes y opciones que, a pesar de su escasa experiencia europea, solían hacernos mejores a todos.
Su inquietud por conocer el idioma del país, por las tradiciones, por la… cultura, ya delataba lo que podía ser en cuanto colgara la camiseta. Primero con su blog, después con su libro y ahora con sus artículos, tampoco está siguiendo la estela del escritor clásico, y siempre es capaz de ofrecer una perspectiva distinta y fresca de la actualidad, muy alejada de los tradicionales estereotipos, cuando habla no tan solo del deporte, si no también de la política, de la música de la literatura o el sexo, y todo ello haciéndolo, de forma natural, directa y…, sin querer sentar cátedra.
Así pues, abróchense los cinturones, liberen la mente y dispónganse a conocer las entrañas de un lujoso vestuario plagado de jugadores de más de dos metros, millonarios, famosos pero…, tan frágiles y tan imperfectos como usted, como yo, como Paul Shirley.